Hola amigos! Hoy les traigo un cuento "made by me". Si les gusta, me alegra sino ni modo, no se puede quedar bien con todo el mundo, jajajaja; pero recuerden: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Érase una vez en un país pequeñito, había un lugar muy bonito, que tenía una gruta que estaba entre dos pequeñas montañas y tenía una vista espléndida. Muchas parejitas llegaban a ese lugar a darse cariño y a ser felices. A cada rato se oía la frase "mi amor, aquí no".

Pero un día un malvado Ministro de Turismo vino y anunció que ese quieto lugar sería impulsado como área de turismo nacional. A partir de entonces los barrancos de ese lugar fueron cercados, grandes faroles se instalaron para iluminar por las noches y las vereditas se convirtieron en gradas medio hechas, pero gradas en fin.
Estas mejorías permitieron que el acceso a ese lugar fuera mucho más fácil. Llegaron muchos visitantes de lejanas y no tan lejanas tierras. También acudieron artistas y artesanos a mostrar y comerciar su talento, vendedores interrumpían a los pobres enamorados cuando querían entrar en acción y provechándose de las emociones de sus corazoncitos les ofrecían rosas, cuadros, fotos y toda clase de artículos a cambio de unos cuantos pesitos y éstos, para quitárselos de encima, sucumbían fácilmente a la tentación del consumo.
Finalmente, los que sí se pasearon en los apasionados momentos de las parejitas son los guardianes de la ley y el orden, éstos que son desplazados para proteger a todos y evitar que los "tacuacines" los dejen sin el pasaje de regreso y el peor de los casos hasta sin vestimenta. ¿Será por la devoción de cumplir con su deber, por maldad o por puritita envidia? no lo sabemos. Pero lo cierto es que con estos señores cerca "a las felices parejitas se les acabó la fiesta", como dijo el Presidente que ya se va.
Como en tiempos de turismo nacional ya no fue tan fácil andarse dando tanto amor y cariñito, tristemente, las pobres parejitas enamoradas tuvieron que emigrar hacia otros sitios más seguros, llámense hoteles (con m), vehículos, baños, oficinas, viviendas, etc. pero siempre regresan a ese hermoso lugar a disfrutar del clima, el paisaje, la comida, a tomarse fotos y aprovechar uno que otro rato de soledad.

Colorín colorado, este cuento se ha terminado.