lunes, 29 de diciembre de 2008

MITOS DE LA EQUIDAD DE GÉNERO


"No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna". Mahatma Gandhi

Mito N° 1: El trabajo fuera del hogar como una señal de equidad.

No menosprecio de ninguna manera las oportunidades que se abren a las mujeres con el trabajo fuera del hogar: oportunidad de mayor independencia, realización personal, mejora económica, pero no considero que pueda hacerse alarde de éste por sí sólo como indicador de una mayor equidad de género.

Un primer aspecto a considerar es que la entrada al mundo laboral no fue conquistada por las mujeres como tales, sino fue idea del hombre durante la Segunda Guerra Mundial, como remedio a las vacantes que dejaban los estadounidenses que marchaban al campo de batalla. O sea que las mujeres nos incorporamos a la vida productiva, bajo un sistema laboral diseñado por el hombre y para el hombre. Lo peor de todo es que este sistema no es para cualquier hombre, está diseñado para un hombre al cual la mujer le resuelve todas las demás necesidades, afecto, administración del hogar, crianza de los hijos, etc.

1. Sobre-explotación femenina

La primera consecuencia observable es lo que yo llamo sobre-explotación femenina. Se da cuando la mujer además de cumplir con su jornada laboral está obligada o condicionada a desempeñar la totalidad de las actividades domésticas y satisfacer las necesidades sexuales de su compañero.

A continuación comparto la rutina PROMEDIO de una pareja salvadoreña, en las que se refleja está realidad.

Rutina de un hombre promedio: se levanta por las mañanas, se arregla para trabajar (con ropa que le ha planchado y lavado su esposa), come un desayuno (preparado por su esposa), trabaja en jornada de ocho horas, regresa a su casa a ver televisión, leer, dormir hasta que llega la hora de cenar (alimentos preparados por su esposa), se duerme plácidamente. O, en el peor de los casos llega hasta en la madrugada de una vez a dormir.

Rutina de una mujer promedio: se levanta dos horas antes que los demás miembros de la familia, prepara las loncheras de los niños, el desayuno, su almuerzo, sirve el desayuno a su familia, se arregla para ir al trabajo, trabaja 8 horas, pasa comprando algo para hacer cena, prepara la cena, sirve a su familia, lava los platos, plancha la ropa de su familia para el día siguiente y finalmente se duerme (si alguno de sus hijos no se enferma o tiene problemas).

Si observamos estas rutinas, nos damos cuenta que en resumen el trabajo para la mujer se duplica y el único ganancioso es el hombre, el cual aparte de contar con alguien que le procura bienestar también siente menos presión económica para con la familia.

Esta situación muchas veces pasa inadvertida por la familia, la sociedad y hasta por las mismas mujeres, pues se ve como algo “normal”, ley natural, pero sobre todo porque se ignoran sus efectos nocivos: Cansancio, estrés y finalmente enfermedad en la mujer; falta de tiempo para compartir con los amigos, la familia y la pareja; descuido de algún aspecto importante de la vida (suele ser el cuidado personal o la vida amorosa).

Desde mi punto de vista, una solución a esta primera consecuencia de la vida laboral femenina sin equidad, debe involucrar los esfuerzos familiares, del compañero de vida y sobre todo de la misma mujer en su solución.

Las mujeres deberíamos aprovechar nuestro papel formador de valores, como una oportunidad de ir educando en equidad de género a las futuras generaciones, para que nuestra sociedad pueda ir cambiando en pocos años. Enseñar a nuestros hijos e hijas que ambos deberán prepararse para el mundo laboral y para cumplir las tareas domésticas también.

Otro aspecto importante, es solicitar el involucramiento de las parejas en las tareas domésticas. Imagino que muchas pensarán: Qué locura!! Eso equivale a gastar saliva por gusto y a buscar pleito. Bueno, muchas quizás tendrán razón; pero si bien es cierto que algunos hombres son egoístas y anticuados, me consta que la mentalidad de los hombres ha ido cambiando en los últimos años, sobre todo los más jóvenes y apuesto que muchas se sorprenderían de ver lo bien que podrían reaccionar algunos ante un acuerdo de este tipo. Yo creo que reprimir lo que una siente tampoco es un buen camino, pues si no lo manifestamos con la boca siempre están las actitudes, el mal humor, hasta las enfermedades y los hombres NO entienden las indirectas: hay que hablar con respeto, pero claro. Además: un hombre inteligente comprenderá que el bienestar de su pareja, siempre resultará en mayor bienestar y satisfacción para él mismo. Y un hombre justo estará de acuerdo en que si su pareja apoya en la economía es justo que el apoye en las tareas del hogar.


Continuará...

Imágenes tomadas de http://la-orden-de-los-grimoires.blogspot.com/

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